Para hablar de William, a quien he llamado siempre príncipe, necesitaría varias páginas, pero voy a tratar de resumir en una cuartilla algunos detalles de él.
Empecemos por decir que físicamente se parece a Onassis, El griego. Que cuando llega a un país nuevo busca en los directorios telefónicos los nombres de amigos o excompañeros de estudio para invitarlos al concierto de su hija. Hace promesas para determinados hechos. Por ejemplo, no se rasura hasta cuando su hija llegue a determinada venta de CD.
Una vez le salió un quiste y pensó que era cáncer, y antes de entrar al consultorio del médico le dijo a la Virgen: “Que no sea maligno lo que encuentren y te prometo tomarme dos tragos de licor por salida, de por vida”. Y lo ha cumplido.
Alguna vez, para hacerle un favor a Michel Shrem, le sirvió de taquillero en una corrida de toros en Barranquilla.Finalmente, por ahí tiene un doble que lo incomoda a cada rato, pero son gajes del oficio. Ser padre de Shakira tiene su precio.Mañana: El disco maldito.Después: Tiene 4 años soñando con Shakira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario